Una pregunta difícil y una más fácil

En el post anterior he descrito cinco mensajes, que el cuerpo me estaba enviando para decirme que era hora de hacer «algo» al respecto. Trabajar tantas horas seguidas, para períodos tan largos, con toda esa tensión, ya no era sostenible. Después de sentirme a punto de morir ahogada, me fui corriendo al médico, que me dio un papel válido para dos semanas de descanso, con el diagnóstico «atacs de pánic». Con el papel de la baja mádica en la mano, salí del ambulatorio y llamé a una amiga para ir a comer juntas. Ella tuvo la paciencia de escucharme y reasegurarme, mientras le contaba entre lágrimas lo que había vivido aquella mañana. A ella también le pasaba de sentirse mal de vez en cuando, me dijo. Me dió ánimos y cariño, y me hizo una pregunta que para mí marcó un paso fundamental en mi recorrido.

¿Qué es lo que quieres de verdad?

Puede parecer trivial, pero yo nunca había respuesto con atención a esa pregunta. En el fondo, me decía, no me faltaba nada. Amigos, relaciones, un trabajo, buen rollo con mis padres, un piso por mi cuenta en Barcelona, viajaba seguido…la vida que mucha gente quiere para ella, vamos. Pero entonces, qué más quiero? De verdad que no conseguía dar una respuesta válida a esa pregunta.

En ese momento, mi amiga me dijo: entonces dime qué es lo que NO quieres.

Ahora sí que la cosa se hacía más fácil. Tomé papel y boli, y me puse a escribir. Primero de a poco, y después cada vez más fluida. No quiero más sentirme tan mal. No quiero enfermerme por culpa de mi trabajo, no quiero tener que callar ante injusticias hacia mí o mis compañeros, ya no quiero aguantar todas esas veces al día frases como «esto es lo que hay, si no te gusta, allí tienes la puerta», ya no quiero seguir haciendo tareas estúpidas «porque eso es lo que ha dicho el jefe», ya no quiero competir con mis compañeros para quién se luce más con la idea mejor, ya no quiero tener que dejar siempre fuera de la puerta del despacho una parte de mí, no quiero seguir escondiendo todo este vacío que siento, no quiero vivir con el nudo en el estómago, no quiero trabajar para quien manipula a las personas para sus intereses económicos, no quiero todas estas prisas de entregar los proyectos como si fueran de vida o muerte, no quiero perder noches de sueño para terminar trabajos que se quedarán semanas en un cajón de quién sabe qué escritorio, no quiero obligarme a entrar en un despacho donde las personas no se saludan, no quiero llamadas de mi jefe enfadado una tarde de nochebuena, ni mensajes insultantes porque no encuentra la foto de un tren, no quiero sentirme juzgada o despreciada por cualquier pequeño fallo, ni quiero que esto mismo le pase a mis compañeros de equipo. No quiero que se me considere inferior por ser mujer, extranjera, joven o vieja, guapa o fea, o quién más sabe qué. No quiero convertirme en clienta habitual de la farmacia de la esquina, para seguir luchando con todo.

Esto es lo que no quería. A parte de unas cuantas cosas más, de las que ya estaba segura que había aguantado bastante.

Después de este ejercicio, una parte de mí ya tenía las ideas un poco más claras. Me sentía más en paz. Me sequé los ojos, y volví a leer lo que acababa de escribir.

Elegí una de las frases de la lista, un poco al azar. Y escribí al lado su contrario.

¿Qué quieres?

Lo que quería, en ese momento, ahora lo veía: quería tiempo.

Me prometí a mí misma que desde aquel momento, no me metería prisa nunca más.

Todavía quedaba mucho más trabajo por hacer: todo ese largo listado de cosas que no quería, tenía un hilo común, escondía algo. Te lo contaré en el próximo post.

Ahora te toca a tí: Qué vas a escribir en tu listado? Qué es lo que no quieres? De qué estás harto? Descarga el ejercicio accediendo aquí abajo. Escribe en los comentarios: ¿Qué quieres?

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2 Comentarios
  • Sefora Bermudez
    Publicado a las 21:44h, 11 mayo Responder

    Hola Ale,

    una descripción acertadísima de la espiral en la que muchos nos hemos visto arrastrados y que, pese a actuar con normalidad en la rutina diaria nos está matando por dentro.

    Y todo esto, ¿para qué?¿con que sentido?

    En la rueda de hámster nadie sale ganando. Tan solo hay que sacar la cabeza y ver que hay más allá y que nos hace felices.

    Mil gracias por este artículo.

    Un abrazo.

    • admin
      Publicado a las 10:34h, 26 junio Responder

      Qué lindo comentario, muchas gracias a tí!
      Es cierto, bajar de la rueda del hámster tiene ventajas, pero da mucho miedo, el tema es…miedo a qué?
      La «normalidad» de la rutina diaria, de verdad es tan normal?

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