
10 cosas que he aprendido con el diseño de trenes para mi vida
He estado trabajando en el diseño de transporte durante casi 8 años. Antes de esta etapa, odiaba viajar en tren, para mí era una tortura: siempre llegaban tarde, los de Trenitalia eran viejos, estaban llenos de gente, mal ventilados y olían mal.
Pensé que diseñando unos trenes nuevos podría aportar algo positivo a ese panorama y por eso acepté ese trabajo. Casi una década después, me di cuenta que de los trenes había aprendido cosas importantes para aplicar a mi vida.
Si mi vida fuera un tren
1. Hombre muerto.
Uno de los comandos fundamentales del pupitre de un conductor es el botón o pedal del “hombre muerto”. El conductor lo tiene que apretar cada vez que emite un pitido (cada 10-20 segundos aprox). Si no lo empuja, el tren se para de golpe, porque significa que el conductor no está al tanto y hay riesgo de accidente. El beep periódico, para mí, son los mensajes que el cuerpo me manda: señales de pequeña alarma a los que hay que atender para evitar que la cosa se complique.
2. Un buitre puede parar a un AVE.
(ver noticia) Por mucho que tu tren sea rápido, moderno y veloz, diseñado para que nunca pueda fallar, hay cosas en el mundo exterior, a veces muy pequeñas o imprevisibles, que pueden pararte y hacer que llegues tarde adónde piensas que estás destinado.
3. Decora como un salón.
Esto lo aprendí un día que estaba diseñando un tren suburbano para Nueva Zelanda. En Europa y USA los suelos de este tipo de vehículos suelen ser de goma y no de moqueta, porque existe la necesidad de limpiarlos de la manera más fácil y rápida. A la hora de plantear esta idea a los clientes neozelandeses, la recibieron con una mueca de disgusto. Ellos querían moqueta, como en los trenes de mayor recorrido. Su argumento era: si decoras un tren como si fuera un wáter, los viajeros lo tratarán como un wáter. Preferimos decorarlos como una sala de estar, así los usuarios lo usarán como tal. Algo parecido pasa con las personas. Si tratas con suficiencia a las personas que te rodean, lo que recibirás será suficiencia. Si lo tratas con amor… no te lo creas, experiméntalo.
4. Seguridad, comodidad y control.
Estas son las 3 prioridades para los pasajeros de un tren. Lo mismo que necesita el ego. Si diseñas un tren pensando sólo en lo que quisiera el pasajero, te saldrá algo parecido a un bunker acolchado por dentro.
Conclusión: diseña tu vida teniendo en cuenta lo que te pide “tu pasajero”, pero ten en cuenta los demás factores importantes.
5. El pasajero del tren muy a menudo tiene prisas de llegar a su destino.
Quiere saber cuánto tiempo va a tardar. Luego pasan los imprevistos y se enfada, se frustra, se siente mal. Algo así le pasa al ego y a sus expectativas. Está muy bien tener un destino y una hora prevista de llegada, pero…

6. Conexión o coincidencia?
En Italia el sistema ferroviario no se caracteriza por su puntualidad, ni mucho menos. Cuando tienes que bajarte una estación y cambiar de tren, lo que en castellano se dice “conexión” entre trenes, en Italiano se llama “coincidenza”. Si una “coincidencia” no se da, pues ya te lo tomas con más calma, ¿no? Dependiendo de la cultura y el idioma nativo, le ponemos diferentes lecturas y significados a las mismas cosas reales. Lo mismo se puede aplicar a más conceptos y creencias, diferentes entre países, generaciones, profesiones. Cuantos más comprendas y aceptes, más amplia será tu capacidad de adaptarte a lo imprevisto.
7. Amor, ante todo.
Esta es una de las que aprendí diseñando trenes, pero que puede aplicarse a más oficios. Si amas lo que haces, hazlo porque realmente lo amas. No por otra cosa (ejemplos: para que los demás lo reconozcan, para ser el mejor en lo tuyo, para ganar dinero….etc).
8. Quítale “hierro” al asunto.
En los trenes como en la vida, hay que aligerar. Deja ir lo que te mantiene atado, lo que te ralentiza. Mantén solo lo que te da estructura y estabilidad, el “chassis”, lo esencial. Vive con ligereza todo lo demás. Cuando notas que vas más lento o que te sientes bloqueado, puede ser que algo te esté ralentizando: usa material más ligero, ideas nuevas, cambios de tecnología.
9. Renovar.
Los trenes tienen una vida útil de 30 años en el lugar para el que se han diseñado. Luego no se tiran a la basura, sino que se revisan, se renuevan, y se transportan a otro país, para seguir su carrera. A los humanos nos pasa algo parecido. Con 30 años lo que nos viene bien es un “refresh”. Revisar creencias, limpiar el interior, quitar lo obsoleto y lo innecesario, renovarse, mantener lo que nos da estructura y volver a salir al mundo.
10. Considera todo el sistema.
Una de las metropolitanas más famosas, la London Tube, tiene los trenes más caros de fabricar a causa de los cristales curvados en las ventanas. Los cristales son curvados para adaptarse a los túneles de Londres, los más estrechos del mundo. Si pudieran, fabricarían trenes más baratos sin ventanas, o construirían unos nuevos túneles más amplios. O cambiarían de ciudad. Considera el sistema que te mantiene anclado a tu vida actual, obligándote a “pasar por el túnel estrecho” y aumentar los costes, no solamente económicos: ¿realmente es sólido y esculpido en la roca como los túneles de Londres?
Como ves, el diseño de trenes me enseñó a ver la vida de una manera mucho más enriquecedora. Cuando comienzas con tu proceso de desarrollo personal, ya no hay vuelta atrás. Tu forma de ver la vida y el mundo que te rodea cambia por completo.
Si tú también quieres empezar a cambiar tu filosofía de vida, el primer paso es enriquecer tu interior. En mis sesiones de coaching para diseñadores podemos empezar a crear el mapa en el que sabrás el camino que te lleve a tus sueños. Un camino en el que las cargas dejan de ser tan pesadas y en el que solo necesitas el equipaje de mano para continuar con el trayecto.
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